El objetivo del periodista gráfico Pablo Juliá (Cádiz, 1949) fue testigo de uno de los momentos políticos más importantes de la reciente historia de Andalucía: la Transición a la democracia. Pablo Juliá presenció algunos los hechos más relevantes de este apasionado periodo que inició la transformación de una Andalucía que abandonaba la penumbra franquista y miraba al futuro con optimismo.
A través de casi un centenar de fotografías, la exposición recorre algunos de los hechos históricos más destacados de la Transición en Andalucía, como el 4 de diciembre de 1977, el Día de Andalucía, el Pacto de Antequera y el referéndum del 28F. La exposición se detiene, también, en mostrarnos cómo era Andalucía en la década de los setenta y principios del ochenta, con imágenes sociales muy impactantes, con personajes que marcaron una época en nuestra Comunidad y donde no falta la fuerte presencia de la cultura, de la lucha social y de la presión política para erradicar el franquismo.
La muestra, que se puede visitar en la sala de exposiciones de la Sociedad Económica de Amigos del País de Málaga desde el 4 de diciembre al 7 de enero de 2020, está promovida por el Foro de los Consejos Sociales de las 9 universidades públicas andaluzas y está organizada por el Consejo Social de la Universidad de Málaga (UMA). Cuenta con el patrocinio de la Fundación Unicaja Banco y el apoyo de la Fundación Felipe González, la Diputación de Cádiz y la Consejería de Presidencia, Administración Pública e Interior de la Junta de Andalucía, a través del Centro de Estudios Andaluces.
“Pablo Juliá, aparte de uno de nuestros más insignes fotógrafos, es también uno de nuestros más grandes maestros del que han bebido generaciones posteriores. Hay que destacar especialmente su trabajo como corresponsal del diario El País durante muchos años, cometido que le curtió en este oficio, y su labor como director del Centro Andaluz de la Fotografía, lugar de referencia y respeto para todos aquellos que aman la fotografía en un lugar como Almería, cuna del Grupo AFAL, grupo pionero de la fotografía contemporánea de nuestro país”, afirma Juan de Dios Mellado, presidente del Consejo Social de la UMA.
“Pablo Juliá, que pertenece a una generación de artistas inconformistas, se ha sabido rodear en su obra de múltiples personajes, desde incipientes y rebeldes jóvenes políticos que luego tendrían un largo recorrido, a personajes más maduros y con cierta hondura política, pasando por figuras del espectáculo y seres anónimos retratados en su propia realidad”, añade Mellado.
“Málaga fue para mí un extraño paraíso. Acudí con el periódico El País muchas veces porque pisaba territorio conocido para mí desde que tenía 10 años. Un fotógrafo debe volver a los sitios como si fuese la primera vez que los ve. Lo cotidiano corrompe la mirada, nos hace perder la capacidad de descubrir, que no veamos lo inusual que tiene nuestro paisaje vital.
Málaga nunca deja de sorprender. Antequera, Ronda, Casares y la capital fueron ciudades muy combativas por la democracia desde los primeros momentos de fueron ciudades muy combativas por la democracia desde los primeros momentos de la Transición y han dejado hitos importantes que tuve la suerte de fotografiar y que son pilares en la construcción autonómica”, explica Juliá sobre la muestra.
“En esta exposición he querido incluir dos fotografías de mi compañero y amigo, Rafael Díaz, porque sus fotos son representativas en muy alto grado de lo que fue la Transición en Málaga, relativas al 4 de diciembre de 1977, con el asesinato de García Caparrós”, añade el fotógrafo.
“Siempre destacó Málaga por su conciencia cultural y política y lo entendí conociendo a Rafael Ballesteros, a Joaquín Marín – con el que hice el terrible accidente del Spantax en 1982- Pedro Aparicio, Emelina Fernández, Juan de Dios Mellado o Enrique Brickmann. Además, en los últimos años de vida de Gerald Brenan pude fotografiarlo cuando volvió de Londres a Alhaurín de la Torre. O asistir al entierro de Jorge Guillén, donde me impresionó el silencio de la tristeza de un pueblo. Es fácil de entender que Málaga, con el tiempo, se hiciera con la capitalidad cultural de Andalucía”, concluye Juliá.
Pablo Juliá comenzó haciendo fotografías con una Yashica que le dejó un cura en el colegio, aunque por entonces lo que de verdad le fascinaba era ver películas. Autodidacta, militó en la clandestinidad durante el franquismo, colaborando en el periódico El Socialista. Después pasó a El País, del que participó en el equipo inicial y donde organizó su delegación en Andalucía en 1983, no separándose ya sus caminos hasta 2007. Fue director del Centro Andaluz de la Fotografía (CAF) desde 2007 hasta 2016.